Buenas noches a todes. Voy a leer unas palabras de presentación.
No sé cómo se llama esta emoción que siento.
¿AlegrÃa?
SÃ.
Y agradecimiento.
A la confianza de Jorgelina para que presente su RaÃces al sol.
DesafÃo también.
Poder transmitirles mi encuentro con este libro, invitarlos a aventurarse en él.
Bueno, ¡allá vamos!
Salta el pez, dice la tapa ahÃ, con letras pequeñas, a la izquierda.
RaÃces al sol, sigue diciendo, las letras relucen y marginan a la derecha.
Suelen nadar los peces y las raÃces estar bajo tierra.
Algo raro está pasando, algo fuera de lo habitual. Estoy alerta.
Justo antes de entrar, en el umbral del libro, hay una cita de Juan Gelman como epÃgrafe. La leo:
Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raÃces están a miles de kilómetros de mà y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano.
Una planta monstruosa. Un monstruo -ya sabemos- es una cosa extraordinaria, un cuerpo único, hecho con materiales heterogéneos, diversos, algo que vive, alguien, hasta ahora nunca visto.
Me dispongo a descubrirlo, a sorprenderme poema tras poema.
Como linterna llevo también la etimologÃa, lucecita que a veces se enciende de modo poético, como ahora.
Monstruum: aviso de los dioses, presencia o advertencia que se sale del orden natural.
Este libro es una cosa extraordinaria, un monstruo.
Una casa que se nos muestra tras sus ventanas, dice Elena AnnÃbali en la contratapa.
SÃ.
Y también un cuerpo, como les decÃa, de inesperados materiales:
Vivo en la orilla
en silencio contemplativo
en forma de pequeñas olas
como piedritas de colores
o juncos
enlazados con el limo.
Siento la presencia de algo sagrado.
Los poemas atraviesan el espacio y el tiempo, el referente se desplaza, está hecho también de materiales diversos.
Versos de otros poetas acompañan.
Son de raÃces también, de historias.
Las raÃces se expanden, ubicuas, se ciegan, son de la tierra, están al sol, al aire, cruzando los mares, son una selva, son la historia.
La amada echa raÃces, el árbol y la sangre también las echan.
Atravieso los cuatro elementos. Tierra, fuego, aire, agua.
Los enlaza el deseo que acá es poder, poder de la palabra.
Escuchen, si no:
Quise tapar el hueco
la ausencia de tu voz
y te leà poemas
sin pausa
uno tras otro.
Buscaba la palabra
que te abriera los ojos
los oÃdos.
Dije barco, Italia, las manos
de tu padre
dije malvón, techo de tejas
jardÃn
dije mar, bosque
de todos los veranos
pinos y araucarias.
Los poemas me llevan.
Me desplazo entre coordenadas.
Atravieso un mapa imaginario.
Una figura, hasta ahora nunca vista, se dibuja uniendo los puntos de este itinerario:
Cuba, Buenos Aires, La Gran Manzana, Islas Afortunadas, el Oeste, la Atlántida, el Atlántico, Canarias, Madrid, Barajas, el Rastro, la iglesia del Pilar, Italia, la Ãnsula Barataria.
Y también, sin puntos de referencia:
Floto
en la noche
como si fuera
una astronauta rusa
lanzada
al espacio.
En este cuerpo el tiempo es hoy.
Cuando leo un poema ya está tocado por la varita mágica de Jorgelina Soulet.
Esta varita transforma el deseo en realidad.
Bueno, no sé si esto se llama realidad, solo sé que lo estoy viviendo:
Cuando vuelva al mar
y me hunda
en el sonido metálico
que atraviesa el silencio
bajo el agua.
Cuando regrese
para dejar en remojo
este corazón
que boquea
como pez en la orilla y pueda
hacer cabriolas
saltos mortales mirando el horizonte.
Cuando vuelva
a tensarse mi piel
con escamas de sal.
Cuando vuelva a respirar violento
fuerte como soplido de ballena
y me queme los pies demorando
la llegada del médano
a la orilla.
Cuando estalle otra vez el golpe seco
de la primera ola en medio
del pecho y vuelva
al mar y me abandone
al vaivén
azul y sea otra vez
el pez que fui.
Cuando vuelva.
Entren en RaÃces al sol, entren como el rayo del último poema del libro, entren por la ventana.
Entren y habiten ese espacio sagrado que se abrirá entre el poema y ustedes.
Les aseguro, es un lugar extraordinario, nunca vivido hasta ahora.
Selección de poemas
Vivo en la orilla
en silencio contemplativo
en forma de pequeñas olas
como piedritas de colores
o juncos
enlazados con el limo.
Vivo en la orilla
donde el tiempo
se suspende
si no vuelve la barca
con sus pescadores
sus redes
sus anzuelos.
Y aunque no sepa
desde mi quietud
cómo se mueve el rÃo
aguardo
tal vez
que me arrastre
la creciente
que me arranque
del corazón de la espera.
***
Era un sábado de septiembre
y yo miraba
hipnotizada
tu pecho, me perdÃa
en el vaivén
de tu respiración.
No me sonreÃas
no me mirabas
no me decÃas nada.
Quise tapar el hueco
la ausencia de tu voz
y te leà poemas
sin pausa
uno tras otro.
Buscaba la palabra
que te abriera los ojos
los oÃdos.
Dije barco, Italia, las manos
de tu padre
dije malvón, techo de tejas
jardÃn
dije mar, bosque
de todos los veranos
pinos y araucarias.
Dije mirame
mirame
como si pudiera abrir
con el pensamiento
tus párpados.
Volvà a tu pecho
seguà el compás
cada vez más lento
hasta que todo se detuvo
y pude ver el aire
juro que lo vi
irse
para siempre
por tu boca.
***
Arrodillarse
y escarbar
no hay otra manera.
Asà es como se hace:
las piedritas
en las rótulas
la tierra
en las uñas
la carne
hundida.
Escarbar
hacer
el agujero
más profundo
siempre de rodillas
el polvo
en los pulmones
una mano
la otra
en ritmo frenético
cavar
un túnel infalible
al centro del dolor.
***
Que me trague.
Llegar una tarde
dormir bajo un árbol
que las hormigas caminen
en hileras
sobre mÃ.
Que los pájaros digan
sus lenguajes misteriosos
que me pique una alimaña
que me muerda un yacaré.
Quiero oler la tierra
las piedras
las hojas
y que llueva una noche entera
relámpagos y truenos
quiero
los olores los sonidos
los colores.
Lo que quiero
de la selva
es ser
la selva.
***
Que entre un rayo
y me parta
ahora
cuando abra el ventanal
que entre un rayo
y fulmine
la oscuridad voraz
de esta casa
en este instante.
Que un mal rayo me parta
pero que entre
al fin
la luz
por esa ventana.
____
Jorgelina Soulet: nació en Buenos Aires, en 1972. Estudió Letras y hace más de dos décadas se dedica a corregir y editar textos. Además de correctora, es jardinera aficionada y practica yoga.
En 2018 publicó El amor y otras cosas espantosas por la editorial cordobesa Alción.
RaÃces al sol es su segundo libro de poemas y lo editó amorosamente Salta el pez ediciones durante el invierno de 2022. Algunos de sus poemas forman parte de diversas antologÃas, entre ellas: AntologÃa del Rayo Verde (2016, 2017); Hablemos de amores (Somos centelleantes, 2021); Lo que deberÃa haber dicho a mis ex (y nunca les dije) (Ediciones Liliputienses, 2022).